“Self Care” Bueno, Bonito y Barato.

Ésta semana cumplí un año de empezar a publicar sobre salud mental en mi cuenta de Instagram y aunque pensé en escribir sobre todo lo que he aprendido desde que nació este proyecto, llegué a la conclusión de que mi motivación al abrir @analizamer fue compartir información confiable sobre salud mental y no podía seguir haciéndolo sin hablar de otro tema que creo que se ha explotado y malentendido mucho en los últimos años. Hablo del famoso autocuidado o “self care”. 

No sé si te pasa pero ahora siempre que entro a redes sociales, veo revistas o escucho anuncios siento que la información sobre salud se contradice. Salen al mercado productos nuevos por segundo y se nos venden con la misma euforia que el pasado. Se promueven distintas prácticas de salud sin detenerse a recordarnos que el cuidado de esta debe ser individualizado y adaptado a los recursos disponibles. Se ponen de moda dietas que prometen siempre el mismo resultado, sin realmente ser consistentes con sus mensajes ni métodos. El ejercicio se ha industrializado para que busques mejorar constantemente en lugar de divertirte y disfrutar haciéndolo. En fin, se sugiere una forma imposible de cuidarnos, un peso, una figura y un estilo de vida inalcanzables. Y lo que pasa es que ninguno de estos consejos o tips para alcanzar ese estado de “salud” es sostenible a largo plazo y muchas veces ni siquiera a corto.

Realmente yo no voy a decirte nada revolucionario, ninguna idea nueva ni ningún consejo que te cambie la vida, porque a diferencia de creencias populares, el autocuidado y la psicología no son lo mismo, quizá se complementan pero para que lo hagan de forma positiva creo que hace falta practicarlo de forma “buena, bonita y barata”. Quiero entonces, compartirte mis opiniones y algunas de las prácticas que considero son más compasivas, inclusivas, realistas, sencillas y sostenibles para poder incorporar el “self care” en tu vida sin gastar millones de pesos ni tener que publicar de cómo lo haces para que “cuente”.

Pero antes, déjame explicarte algunos de los mitos y razones por las que estoy en desacuerdo con la forma de promocionar salud hoy en día.

Primero que nada, todos, absolutamente todos los alimentos son químicos. El agua, por ejemplo, es un compuesto químico (H2O) y sin ella nos deshidratamos así que “meterse químicos” es, literalmente, lo que tienes que hacer para sobrevivir. No es un pecado ni una sentencia de muerte, es una necesidad fisiológica. También se escucha constantemente que el azúcar es veneno. El azúcar no es veneno, el azúcar es azúcar, la fuente de energía más importante para nuestro cerebro, es literalmente, el compuesto que lo ayuda a mantenerse “encendido” de otra forma no podrías concentrarte en absolutamente nada durante el día. Por otro lado se ha popularizado el comer orgánico, sin tomar en cuenta que esto representa un gasto económico inviable para casi toda la población mexicana y mundial.  Y dejando del lado la parte económica, hablar de mantener una alimentación 100% orgánica, “raw”, “healthy”, “real” (o la palabra que esté de moda cuando leas esto) es bastante privilegiado. Las personas tenemos vidas activas y dinámicas en las que muchas veces no nos podemos detener a planificar cada comida de forma exacta, sino que debemos conformarnos con comer el lunch que preparamos o incluso el sándwich del Oxxo que se nos cruzó. Ni modo, a veces hay que hacer eso. Otros días podrás comer frutas y verduras frescas, pero créeme que ese sándwich no te va a matar ni vas a perder tu salud por hacerlo. Se trata de desarrollar una relación con la comida que sea sostenible a lo largo del tiempo y sin importar las circunstancias ni los cambios que tu cuerpo atraviese al pasar los años. Sin que salir de la rutina te provoque querer empezar un détox o desechar todas tus demás prácticas saludables porque mejor “empiezo la dieta el lunes”.

Si pensamos en ropa, cremas, tratamientos etc. vale la pena recordar que las campañas de belleza están empeñadas en hacerte pensar que necesitas sus productos. No necesitas ni la mitad. Está muy bien cuidarse la piel porque efectivamente vivimos rodeados de contaminación y rallos ultra violeta. Pero el rímel que hace que tus pestañas crezcan 5 veces su tamaño, el polvo para disimular los poros naturales de cualquier piel, la crema que hace que parezcas 3 veces más joven y el make-up que disimula tu fatiga, solamente te están agregando tiempo frente al espejo e insatisfacción corporal. Envejecer es natural, que tu piel tenga granos o manchas muchas veces depende más de tus ciclos hormonales, tu alimentación y sueño que de los productos de belleza que utilizas. 

En resumen, creo que cuidarnos se ha convertido en una industria que no solamente nos quita dinero sino también muchísima de la misma “salud” que nos venden. 

¿Entonces que sí es autocuidado?  

Haz ejercicio, el que quieras, el que más te guste y te haga sonreír no sólo cuando lo terminas sino mientras lo estás haciendo. No te preocupes demasiado por qué tan intenso es, cómo lo haces, cuánto tiempo ni con qué frecuencia. Si lo estás haciendo con gusto, cada vez será más fácil convertirlo en hábito y probablemente uno que disfrutas. Cuando aprendes a ver el ejercicio como una actividad que te ayuda a descargar energía, a generar endorfinas, tal vez a conectar con gente o a salir a la naturaleza, la relación que tienes con él es mucho mas enriquecedora a si únicamente lo haces con el fin de perder peso.

Usa bloqueador, en lugar de gastar en un millón de productos de belleza, gasta en un bloqueador bueno y que te guste su consistencia, porque ese sí va diario y más de una vez al día. 

Toma agua, de preferencia en termo, nuestro planeta te lo va a agradecer.

Come. Así de simple, nútrete y que sea de todo; frutas, verduras, proteínas, grasas, azúcares, carbohidratos, nueces y semillas. Comer sin darle un valor moral a lo que está en tu plato ni a tu actitud al hacerlo es un acto revolucionario que te cambiará la vida. La comida es comida, no es buena ni es mala, simplemente tiene diferentes composiciones químicas y cada una tiene su función. Si este tema te causa inseguridad, asesórate con un nutriólogo que de preferencia trabaje con un enfoque de salud en todas las tallas.

Conecta con gente, busca tener al menos una conversación de calidad en tu día, una que no se trate del tráfico o del estrés del trabajo, que se trate de cómo estas tú y como está el otro. 

Procura tener un sueño de calidad, apaga luces y relájate, no hay mucho más que hacer aquí, tu cuerpo se encarga de todo si tan solo le das chance. Pero no olvides de darle a tu sueño la prioridad que se merece, levantarte temprano o dormir tarde para meterle más actividades a tu día sólo funciona si duermes bien.

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¿Le quieres subir un poco el nivel? Aquí lo tienes, autocuidado 2.0 

Aprende a meditar y de ser posible, vuélvelo parte de tu rutina diaria. No te presiones en hacerlo bien, ni en hacerlo a primera hora de la mañana o por cuánto te has distraído. Simplemente busca un espacio del día en el que te puedas sentar en silencio a contemplar, a veces será muy fácil, otras casi imposible, en ambos casos te beneficias.

Practica la gratitud, este es uno de los que personalmente más trabajo me cuesta, porque aunque he probado de todo a los 3 días siempre abandono el hábito. Sin embargo me he dado cuenta de que soy muy buena agradeciendo lo más chiquito en el momento en que sucede. El café calientito, el amanecer bonito, mi serie favorita, la energía de mis perros, el mensajito de alguien, la canción que me dio energía. Agradecer ayudará a que veas lo valioso de cada día y te des cuenta que tu día esta lleno de cosas positivas y la cosa negativa que sucedió tal vez no es tan grave.

Inviértele a tu salud mental, porque aunque parezca anuncio publicitario, realmente no encuentro mejor regalo que te puedas dar que el de invertir en tu terapia. El aprender a buscar ayuda en los momentos difíciles te va a ahorrar muchísimas penas. Tener un espacio en donde construyas una relación con alguien objetivo a tu mundo permite resignificar, no te prives de esa oportunidad ni te rindas después del primer intento. Si tienes dudas de con quién puedes ir a terapia, aquí te explico un poco del tema y si quieres entender los diferentes enfoques terapéuticos te puedes apoyar aquí.

Por último te quiero recordar que el “self care” no significan mascarillas ni masajes, ni nada realmente muy complicado ni caro. Significa tener la suficiente consciencia para saber cómo nos sentimos todos los días y procurar echarnos la mano para que haya más días buenos que malos. Construir rutinas que sean fáciles de seguir pero llenas de prácticas que realmente ayuden a nuestro humor, nuestro cuerpo y nuestras relaciones. Espero que este ensayo te ayude a hacerlo.

Si te gustó el tema y quisieras seguir profundizando te recomiendo el curso “The Science of Wellbeing” que encuentras gratis en Coursera. También @dr.jennhardy tiene una serie de posts en Instagram llamados “affordable self care” que me parecen de lo más atinados. 

Por último te recuerdo que te llevas cuidando y autorregulando desde que naciste, nadie te enseñó a saber cuando tenías hambre o necesitabas descansar. Más bien lo has “des-aprendido” por los mensajes de la sociedad y la mercadotecnia. Pero eres perfectamente capaz de recordarlo y ponerlo en práctica :) .

Platícame en los comentarios qué opinas; ¿me faltó algo? ¿estás en desacuerdo? ¿quieres compartir un consejo?, me encanta leerlos así que ¡Sin pena!

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